El molino silencioso; Las bodas de Yolanda

El molino silencioso; Las bodas de Yolanda

l morir. Jamás había tenido amigos, ni en la aldea, ni en ninguna otra parte; Juan compendiaba para él todas las amistades. Silencioso y concentrado en sí mismo, vagaba al azar; su espíritu se obscureció cada vez más, se sumió en ideas tristes, y la melancolía acabó por rodearlo de tales sombras que el espectáculo de su víctima empezó a asediarlo. Tuvo bastante juicio para comprender que no podía seguir haciendo esa vida. Buscó entonces distracciones a toda costa; los domingos frecuentaba los bailes, iba a las aldeas vecinas, sobre todo para visitar a las gentes del oficio. Resultó de esto que un buen día, al comienzo de su segundo año de servicio, Juan recibió de su hermano una carta concebida en estos términos: * * * * * «Mi querido hermano: Es preciso que te escriba aunque te incomodes conmigo. Me es imposible soportar por más tiempo l

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